
“Cuando Edward James llega a la oscura casa de Leonora, sobre el caballete, ve La giganta, y de inmediato sabe que está frente a una obra maestra. Leonora explica que el cuadro es fruto de sus lecturas de Jonathan Swift:
—Es una habitante de la isla de Brobdingnag.
—Parece que emergiera del principio de la creación, del caos. Mira la desesperación de esos hombres que luchan por salvarse —comenta James.
—¿Los que están remando?
James continúa absorto: —Tu giganta protege con sus manos un pequeño huevo. En comparación con su cuerpo, sus manos son diminutas. Bajo sus pies, caballos y seres humanos, con arcos, flechas y lanzas, huyen aterrados porque nunca han visto nada igual. Leonora, tú eres la giganta de tu cuadro —decreta James—. ¡Te lo compro!
Gaby y Pablo [los hijos de Leonora] regresan de la escuela y al ver La giganta sobre el caballete le preguntan si es su retrato cuando era niña porque su cabeza está rodeada de polvo de estrellas; los pelícanos, las gaviotas y las naves emergen de su capa blanca. A su madre le parece muy natural que los niños interrumpan, se tropiecen con su caballete, se apropien de sus colores, sobre todo Pablo, que sin más toma los pinceles.
—¿Quién es este señor, mamá?
—Es un inglés que llegó volando y cayó en la azotea.
—¿Es un inglés o una cigüeña?
—Si te digo que llegó volando, más bien podría ser un ave migratoria o una garza real.
A Edward James le encanta eso de garza real. «Los niños siempre dicen la verdad, tengo muy buena facha».
—Leonora, la luz es pésima —se conduele.
—No importa; de todos modos, apenas regresan mis hijos de la escuela, dejo de pintar.
—Todos hablan de la luz mexicana y para ti no existe.
—Yo tuve muchas ganas de que Europa fuera la tierra de mis hijos.
—Pero te quedaste aquí, ¿no?
—Nunca lo decidí, simplemente sucedió.
Town and Country publica una fotografía de La giganta (también llamada La guardiana del huevo) que acompaña una historia de Jean Malaquais —«Día uno»—, a quien Leonora recuerda haber visto caminar por París como un indigente y Max [Ernst] señaló: «El idealismo de ese polaco me encanta». Vladimir Malacki, que escribió sobre el campo de concentración donde lo encerraron, ahora vive en México.
—¡Mira! Aquí Time y Art News hablan de tu obra. ¿Dónde guardas los artículos que se escriben sobre ti?
—No los guardo; a lo mejor Chiki sí.
—El periódico Horizon es un cúmulo de elogios. ¿Viste que Victor Serge escribió que tu pintura lo emociona porque refleja una «adolescente pero luminosa vida interior»? También Gustav Regler reproduce dos cuadros tuyos.
A Leonora la halaga el artículo porque Regler, el novelista, luchó en la XII Brigada Internacional en España y ahora en México se apasiona por las culturas prehispánicas”.
Genial maravillosa.
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Grande Leonora Carrington
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