El cero y el infinito, de Arthur Koestler

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El cero y el infinito, de Arthur Koestler

Rubashov, parte de la vieja guardia, ex Comisario del Pueblo, está encarcelado. Sufre tres interrogatorios para obtener su capitulación, por divergencias políticas, por ser parte de la oposición al Número Uno en el País de la Revolución. Rubashov (y me refiero a Rubashov, no a Arthur Koestler) nunca, a pesar de estos horrores de los Procesos de Moscú, abdicó de la lucha por la revolución y sus fines. Sí, a diferencia de Trotsky y la Oposición de Izquierda, aceptaba con resignación estoica como inevitable la deriva que estaba culminando en la liquidación de la vieja guardia y el entierro de la revolución. Pero se trata de dos asuntos diferentes. De haber abdicado, todo habría perdido su sentido. Al no hacerlo, aunque se encerrara en el callejón sin salida de la resignación estoica, le permitía protagonizar una extensa reflexión moral y política:

Hay innumerables actos justos y necesarios, con consecuencias trágicas. ¿debe pagar uno por sus consecuencias trágicas, siendo justos y necesarios? (la necesaria expulsión de Ricardo militando bajo el nazismo).  Aún siendo exactos y justos los principios de los que se partía, los resultados han sido fallidos: ¿Por qué hay santos con tantas imperfecciones?, y es que es necesario continuar, volver a empezar.  Que el individuo no es nada, y lo colectivo, las masas y el partido lo son todo, ¿pero este partido, fosilizado, sacrificando todo, la revolución mundial incluida, por defender el baluarte conquistado?, valía para aquel otro partido. ¿Y no transforma al individuo en una “ficción gramatical”? (el propio Rubashov). ¿Los intereses superiores en juego, con su inexorable consecuencia lógica, no transforma en mera ecuación la vida singular con sus dramas (el fusilamiento de Arlova). La historia nos absolverá: el fin justifica los medios, pero en épocas críticas, ¿también vale para las épocas normales? ¿y este dominio de la razón, de la lógica consecuente, debe reemplazar a la moral del cricquet, del juego limpio? ¿Morir en silencio o retractarse para preservarse para el futuro, en el que la revolución mundial volverá a emerger, y el Número Uno deberá ser derribado por la movilización de las masas? La ley del crédito histórico, que es justa, ¿pero cómo se puede decidir en el presente lo que se juzgará como verdad en el futuro?

Es que no hay que preguntarse sólo el cómo, también hay que preguntarse el por qué, reflexiona Rubashov. Pero quizá, por sobre todo, nos permite (leyendo esta novela, no la vida de su autor) pensar qué hay otras morales (otras vidas) pujando por nacer, con sus nuevos dilemas, sus nuevos desafíos, sus nuevas exigencias. Parece ilusorio, ¿acaso lo es?

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