A partir de
En una ciudad, “llena de truhanes, de rateros listos, que engañan la vista, de nigromantes que trastornan el juicio, de brujas asesinas del alma que deforman el cuerpo, de impostores disfrazados, de charlatanes embaucadores y de otros tales sinvergüenzas”, florece la compasión del amo, la búsqueda del hermano -incluso hasta perderse a sí mismo-, el encuentro del malafortunado matrimonio, la salvación del acusado, el sentimiento auténtico de los siervos.
Y esto en una “Comedia de las equivocaciones” (Shakespeare).
Es que detrás de la anécdota, como nos hace ver Harold Bloom, “esta vigorosa pequeña comedia es también uno de los puntos de partida de la invención de lo humano por Shakespeare. Un papel en una farsa no parece, precisamente un buen terreno para la interioridad, pero el género nunca limitó a Shakespeare”.