A partir de

La llamada de lo salvaje, de Jack London

¿Cómo terminó Buck, perro inteligente, cariñoso, fiel y de vida tranquila con la aristocrática familia del Sur de Estados Unidos, en un retorno a un pasado milenario en Canadá?

La fiebre del oro, y la caravana a Klondike fue el detonante. Las experiencias extremas vividas, la causa. La compra-venta de perros para tirar de los trineos, despertaba lo peor de los seres humanos: el garrote fue para Buck, “una revelación que lo introdujo en el reino de la ley primitiva … el sentido de la vida adquirió un aspecto salvaje”. Y allí, solo regía “la ley del garrote y el colmillo”. Fueron renaciendo así los instintos de sus ancestros, “hasta los primitivos comienzos de la vida en los tiempos de los aullidos”.

Las terribles condiciones y necesidades, hacen emerger también el compañerismo, la solidaridad, y un nuevo amor más profundo entre el hombre y su perro: Thornton salva a Buck de la muerte por hambre y los garrotazos de sus malvados dueños anteriores, y juntos inician un nuevo camino, hasta que la muerte a manos de los indios de su nuevo dueño, termina de decidir a Buck de abandonar del todo la civilización humana, huye al bosque y se une a una manada de lobos, terminando un viaje que resultó al de sus orígenes. También, que las experiencias extremas de la vida, son fuente de terribles dolores y profundos amores.