A partir de
Los de abajo, de Mariano Azuela
“¿Sabe por qué me levanté?” A la Revolución se llega por caminos inesperados, en el México de 1910. Desde el bandidaje, que bajo el mando de Demetrio Macías, se une a sus filas de la mano del letrado Luis Cervantes, estudiante de Medicina y periodista. Desde la venganza, cuando don Mónico se venga del escupitajo en la barba que le echó Demetrio y lo denunció por maderista para que los federales lo persiguieran obligándolo a huir y formar su banda. Desde el temor acomodaticio, cuando Luis Cervantes voluntario del ejército es degradado a la cocina por su cobardía en batalla y allí oye a los soldados hablar de la Revolución y los abusos de los oficiales. Desde los ideales puros, cuando Luis Cervantes comienza a hablar contra el caciquismo, los sagrados derechos del pueblo, la patria engrandecida. Desde el amor del pueblo, con los ranchos recibiendo a los soldados de la Revolución porque “estos condenados del gobierno nos han declarado la guerra a muerte a todos los pobres”.
“¿Por qué sigue?” Con los triunfos sucesivos, las muertes, los abruptos ascensos Demtrio general de la Revolución, los enriquecimientos que permiten “los adelantos” que se hacen los soldados con los saqueos, los abusos de poder, las rencillas crecientes, los abandonos como el de Luis Cervantes instalado en Estados Unidos recibido allí de médico, la desazón que les hace decir que porque la revolución es un huracán, y sus hombres una hoja seca arrebatada por el vendaval.
“¿Por qué pelean ya, Demetrio?” La política, Villa-Carranza, que eterniza una revolución en la que ya ni saben por qué combaten, y así sigue “cada araña por su hebra”.
Si hay un drama en esa sucesión declinante, ¿qué fuerza hace del bandido Demetrio el general de la Revolución, en un camino ascendente?