A partir de
Modelos de mujer, de Almudena Grandes
De los cuentos reunidos en Modelos de mujer, elijo “Ojos rotos”. Miguela, Migue, “mongólica”, abandonada en ese “manicomio”, “no, centro de salud mental”, donde la dejaron, se transforma. Al mirarse en el espejo, se ve bella y feliz: la visita un miliciano muerto hacía años. Tiene de él una estrella roja del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM).
La psiquiatra había decidido arreglar el patio del fondo, donde encontraron restos de un cuerpo humano debajo de la tierra removida, y lugareños le contaron la terrible historia.
Después de eso, Oreste, el miliciano, dejó de aparecer. Migue se desesperó. Lloró. Casi no comía. Rompe el espejo, se taja los ojos.
Van de paseo. A la sierra, donde los milicianos se ocultaban. Migue con sus ojos rotos, lo vuelve a ver. Salta de felicidad. Volvía a estar feliz. Debía quedar así. Pero, “al que algo quiere, algo le cueste”, y Queti, otra internada, su amiga, la única que la entendía y podía llegar a ella, la ayudó, debía quedar así, feliz, para siempre.