A partir de
Papeles inesperados, de Julio Cortázar
Del libro de escritos póstumos, Papeles inesperadoss, de Julio Cortázar, escogí Los gatos.
Vemos a Marta y a Carlos María en sus juegos de niños afuera durante la siesta de don Elias Hilaire y su mujer; creciendo en sus juegos de mesa; separándose brevemente con las idas por separado al campo, mamá Hilaire se preocupaba de mantenerlos distantes; ingresando a la adolescencia, la secundaria, las fiestas, la aparición de Rolando cortejándola, después besándola. Y todo viene con aroma a Buenos Aires viejo.
“Peleando como gatos”, les decía mamá Hilaire, en la mesa al almuerzo. Como gatos, sí, pensaba Carlos María, que en los tejados se agitan, gimen, bajo la luna llena.
Y dos cartas. La carta que Carlos maría encuentra en el escritorio de su papá, y todo se derrumba. Se aleja de Marta, decide su renunciamiento, ese acto forzado que se presenta como voluntario, para consuelo propio y ajeno.
La carta que entonces, con odio les deja a sus padres.
Y con ese aroma a algo de nosotros, accedemos a esos dramas domésticos que algunos de nosotros no conocemos, y muchos otros más conocen y padecen, pero naturalizan, en un espacio que ni es literatura, ni puede ser vida.