A partir de
Pequeños equívocos sin importancia, de Antonio Tabucchi
Del libro de cuentos “Pequeños equívocos sin importancia” de Antonio Tabucchi escogí el que le da el título al volumen, por la fuerza de atracción que tiene. Una pequeña tragedia hecha a nuestras espaldas a lo largo de nuestras vidas en la fluyente cotidianeidad.
Hay tres pequeños equívocos sin importancia: Federico, que quiere estudiar Literatura Clásica y termina matriculado en Derecho. Federico, que enamorado de Maddalena, cree que ella está enamorada de Leo, que en todo (el baile, el deporte, la oratoria, la política) destaca por sobre sus amigos; aunque más bien sabe que está enamorada de él pero teme que pudiera enamorarse de Leo, y por eso para evitarlo participa del grupo de izquierda que todos (Federico, Leo, Maddalena, Tonino, Memo) integraban. Leo, que más por sus cualidades personales que por convicción termina asumiendo el papel de dirigente del grupo.
Todo, no hacen más que representar un papel, entonces, porque en la vida, todo se esclerotiza, y las actitudes se convierten en opciones.
Por eso años después, Federico se encuentra en el tribunal juzgando a Leo por su papel en aquel grupo de izquierda.
Un papel en la comedia de una vida regida por esta esclerotización que todo lo complica en detrimento de una vida simple, perdiéndose lo que somos en realidad.
Así, los pequeños equívocos sin importancia se transmutan en pequeños equívocos irremediables.
De resignado pesimismo, Tonino el relator quiere hacer algo sin saber qué: los papeles están asignados y fijos, se fueron haciendo sutilmente en el curso de la vida. ¿Y no es que, al final, la grandiosidad de la voluntad y la acción humanas, de cada persona, encuentra su límite inesperado y fatal en la pequeñez de las circunstancias y los equívocos sin importancia de todos los días?