A partir de
Si esto es un hombre, Primo Levi
En aquel feroz mundo del Lager, el trabajo, la noche, la llegada, la enfermería, todo es feroz. Pero no. Algo más.
Es la historia de “una nueva Biblia”. ¿De qué se trata? “El Lager es el hambre: nosotros somos hambre, un hambre viviente”. Y tampoco todavía.
Es donde la personalidad está más en peligro que la vida. Allí donde se te extingue el alma. Y aún no.
Es peor. Todo es peor. “Para nosotros el Lager no es un castigo; para nosotros no se prevé un término, y el Lager no es otra cosa que el género de existencia a nosotros asignado”. Tampoco todavía.
Aún más, más hondo, más abajo, más profundo todavía. “Los personajes de estas páginas no son hombres. Su humanidad está sepultada … Todos los escalones de la demente jerarquía querida por los alemanes, están paradójicamente emparentados por una unitaria desolación interior”. Esa en la que no hay moral, no hay espera, no hay preguntas ni respuestas. Es que sigue siendo peor.
Es el hombre destruido, domado, débil, destrozado, vencido. Aunque sobreviva.
Y es pavorosamente así. Los diez últimos días del horror, con los alemanes huyendo en desbandada ante el avance de las tropas rusas, ¿despertó la esperanza? “La obra de bestialización de los alemanes triunfantes había sido perfeccionada por los alemanes derrotados”: “es hombre quien mata, es hombre quien comete o sufre injusticias; no es hombre quien, perdido todo recato, comparte la cama con un cadáver”.
Fueron “los días en que el hombre ha sido una cosa para el hombre”.
Cuando fue una enfermedad, potencialmente mortal, la que le salvó la vida. Cuando la muerte del Lager fue un simple gesto de gratitud de un Haftling (prisionero) con otro, posible apenas en esos días finales.
Pero aquí no acaba, resuena hasta hoy, en cada uno de nuestros oídos:
“Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la calle,
Al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.
O que vuestra casa se derrumbe,
La enfermedad os imposibilite,
Vuestros descendientes os vuelvan el rostro”.