Todo está bien si bien acaba, de William Shakespeare

todo esta bien si bien acaba, shakespeare

A partir de

Todo está bien si bien acaba, de William Shakespeare

Elena, joven protegida de la Condesa del Rosellón, hija de un médico ya muerto, se enamora del hijo de la Condesa, Beltrán. Un amor imposible: Beltrán la rechaza. El ingenio y la determinación de Elena le impedirán resignarse al rechazo: el rey enfermo con sus médicos ya sin saber qué hacer para sanarlo, se preparara para la muerte, de la que Elena lo salvará con los conocimientos secretos de su padre, a cambio de que el Rey le permita elegir marido de entre los caballeros de su corte. Elige a Beltrán, que es ahora forzado por el Rey a casarse con Elena. Orgulloso, huye al campo de batalla en Florencia, haciendo creer al rey que era la propia Elena quien así lo quería. Al partir le escribe una carta a su mujer: jamás será su marido a menos que obtenga la sortija de su dedo y un niño suyo crezca en su vientre. Elena abandona el Palacio, haciendo creer que marcha en peregrinación a Santiago, y luego esparce el rumor de su muerte. En realidad, se dirige a Florencia, y urde un pequeño complot: la joven florentina Diana, cortejada por Beltrán, obtiene la sortija, y deja que Elena se introduzca en el lecho con Beltrán. Terminada la guerra, creyendo muerta a Elena, Beltrán abandona Florencia y a Diana. En la corte del Rey, reaparece Elena, con la sortija y un hijo en camino. Elena reclama su propiedad: Beltrán, que lo acepta gozoso. Todo está bien, si acaba bien.

¿Pero es este optimismo lo importante? Es importante, sí, un modo, aunque pragmático, de vivir la vida livianamente, compensando sus pesares. Pero más importante, es la creencia de que no hay imposibles: “las empresas extraordinarias parecen imposibles a los que, midiendo la dificultad material de las cosas, imaginan que lo que no ha sucedido, no puede suceder”. Y la voluntad abnegada de comprobarlo: aventurarse a salvar al rey ella, pobre hija de médico; disfrazarse de peregrina para llegar oculta a Florencia; ganarse la confianza de Diana para que actúe como su cómplice; difundir la falsa noticia de su muerte; urdir su intriga: “nuestro complot. Si sale bien, de un hecho reprensible habremos conseguido una acción honesta, y de ésta, un acto legítimo. Nadie habrá pecado, aunque el pecado se haya cometido”. El reprobable complot, deviene en acto bueno. El buen final, deviene en buena vida. Si, es cuestionable. Pero el motor de todo esto está allí, en convertir en posible lo que parece imposible. En nuestros tiempos de resignación, ¿no es un buen rayo de sol tibio en medio de un invierno algo helado?

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s