A partir de
Al este del Edén, de John Steinbeck
En el valle Salinas, California, a fines de 1800 coinciden los Hamilton, irlandeses pobres, pero innovadores y alegres; y los hermanos Trask, ricos, Adam que fue para empezar una nueva vida, bondadoso, pacífico, algo melancólico, y Charles violento, envidioso y pendenciero. Sus vidas serían cruzadas por la monstruosa Cathy, que solo veía lo malo de las personas y hacía solo mal a todo el mundo. Pero “somos capaces de muchas cosas en todos los sentidos, de grandes virtudes y de grandes pecados… Sería absurdo que no comprendiéramos lo mismo a los ángeles que a los demonios, ya que fuimos nosotros quienes los inventamos”.
Adam, quería hacer de esas tierras un Edén. Charles solo quería enriquecerse, a costa aún de su hermano, que se enamoró de Cathy sin saber quién era realmente, y ya sabiéndolo, persistió, y solo cuando se liberó de su enamoramiento, pudo intentar su propósito. “En una época como ésta me parece bueno y natural hacerme las siguientes preguntas, ¿en qué creo?, ¿por qué debo luchar y contra qué debo luchar?”.
¿Qué época? La de Henry Ford, pasando al siglo XX y sus primeros años; la de la II Internacional; la del ascenso y enriquecimiento; la de los nuevos negocios, algunos fracasados y otros exitosos, que iniciarían estas dos familias y sus hijos. “Todos, bien asentados en el presente, no querían mirar al pasado sino al futuro”.
¿Qué lucha? Caín y Abel rondan por el valle. Caín fue a la vez protegido y desterrado: “Pero el Señor le dijo: ‘No será así. Si alguien matara a Caín, sería éste siete veces vengado’. Puso, pues, Jehová a Caín una señal, para que nadie que lo encontrara le matara. Caín, alejándose de la presencia del Señor, habitó la región de Nod, al este del Edén”. Una lucha entre hermanos.
En esas condiciones, de lucha, también ronda el espíritu estadounidense, que transmite un criado chino, Lee: “tú podrás”. “Imaginad la gloria que representa la facultad de escoger. Gracias a ella, el hombre es hombre”.
Y deben reconocer que, está el Edén, y el este del Edén. Reconocen, desgarrados, que la historia del mundo es “una red entretejida de bien y de mal”, y al final de tu vida, “un hombre, después de barrer el polvo y las astillas de su vida , tiene que enfrentarse tan sólo con estas duras y escuetas preguntas: ¿fue mi vida mala o buena?, ¿he hecho bien o mal?”.