A partir de
Desencuentros, de Luis Sepúlveda
De los cuentos reunidos en “Desencuentros”, elijo ‘El bibliotecario”, Itzahuaxatin, “el velador de los recuerdos y de las preguntas, de las razones y las dudas”, que, extraño consuelo, calmaba el llanto de varios días de Tecayehuatzin, señor del reino de Huexotingo, tras cada batalla.
Era cuando lo llamaba, “a mí, Itzahuaxatin, para que buscara en los pliegos el bálsamo de los poetas”. Y entonces, le leía: ‘¿Son acaso verdaderos los hombres? ¿no son una invención de nuestro canto?’.
Pedía más, “una verdad, me ordenaba”. “Y yo buscaba entre los pliegos de verdades… Y leía: ‘sabemos que sólo es verdadero el corazón de nuestros amigos. Sabemos que sólo es verdadero el mandato de los sueños’.”
Cargamos, acaso, cada uno de nosotros a la vez con la pena y el consuelo, a veces señores, a veces bibliotecarios.