A partir de
La balada del café triste, de Carson McCullers
De los cuentos reunidos bajo el nombre de La balada del café triste, elijo el que le da título al libro. En aquel “pueblo de por sí ya melancólico”, la rica, egoísta, solitaria, severa, pendenciera, temible Miss Amelia Evans, sufrió una transformación inaudita.
Había tenido un matrimonio que fue comentario de todos, con Mervin Macy, un ser bello pero malvado, violento, que se transformó completamente al enamorarse de ella, comenzando a ser atento, ir a la Iglesia, trabajar, llevarle regalos, tratar bien a la gente. Solo duró diez días. El duro trato de ella terminó expulsándolo de su casa, de su vida, y del pueblo. Mervin se largó a retomar sus crímenes más atroces y terminó en la cárcel de Atlanta.
Fue la llegada de un jorobado maltrecho, el “primo Lymon”. Inexplicablemente, Miss Amelia lo acogió, y se enamoró de él. Su viejo almacén se transformó en el centro de la vida del pueblo. El café le dio vida al pueblo, le dio orgullo, un lugar donde esa vida que no valía nada, solo procurándose el sustento diario, cobraba valor, se podía ir allí y con las conversaciones, el trago y la comida, recuperar el valor de la vida. El jorobado era su alma y su animador, con su curiosidad y sus historias reales o inventadas. La seguía a todos lados, se volvió generosa, hasta escribió un cuento.
Con libertad bajo palabra, Mervin volvió al pueblo. Y ahora era a él a quien el jorobado seguía a todas partes. Y ahora era el jorobado el que sufriría una transformación repentina. Destruyeron todo, robaron todo, y se marcharon. “Así fue como Miss Amelia se quedó sola en el pueblo”, ahora, “su voz era rota, suave, y tan triste”.
Es que “el amado no es más que un estímulo para el amor acumulado durante años en el corazón del amante”, que “es quien determina la valía y la cualidad de todo amor… Y la verdad es que, en el fondo, convertirse en amados resulta algo intolerable para muchos. El amado teme y odia al amante, y con razón: pues el amante está siempre queriendo desnudar al amado. El amante fuerza la relación con el amado, aunque esta experiencia no le cauce más que dolor”.
Puede el amor transformarse en temor y odio, puede uno convertirse en su contrario. Pero así, quedar solo, con la voz rota y triste.