Los días mejores, de John Dos Passos

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Los días mejores, de John Dos Passos

 

Roland Lancaster fue. Feliz con Grace su mujer. Destacado reportero, en la Batalla de Inglaterra, en la guerra del Pacífico, en la Europa devastada, en el juicio de Nuremberg. Afamado y admirado. Amigo de Roger Thurloe, Secretario de Marina, juntos pensaban artículos para un futuro con 100 años de paz, para el sueño de H. G. Wells de tomar Estados Unidos el peso del Imperio que Inglaterra dejaba y sostener la civilización.

Poco después todo se derrumbó. Grace murió de una enfermedad. La posguerra fue una nueva preparación de una nueva guerra. Roger envuelto en las disputas de Washington terminó suicidándose, y eso no era más que “la quiebra de cuanto habíamos esperado”.

¿Se pueden revivir aquellos tiempos? ¿Cómo? Años más tarde, Roland se fue a Cuba con la joven Elsa, para enamorarse, casarse, escribir nuevamente. Quería, 30 años mayor, deslumbrarla con su historia, se la contaba, ella no escuchaba y solo quería tomar y emborracharse. Así que él rememoraba sus días mejores para sí mismo.

“Al fondo de toda mala suerte, siempre asoma la elección equivocada, el deslizamiento de la voluntad que abre las puertas al desastre”.

¿Era el camino para recuperarlos aquel viaje a La Habana?, ¿o era recuperarlos con sus recuerdos?

Algo había dejado escapar, antes, en aquellos tiempos mejores, alguna mala elección, “pude haberme convertido”… ¿Sería entonces asumir que ninguno de estos dos caminos,  sino ese “podría haber sido”,  cuando “un hombre empieza a darse cuenta de sí mismo, con toda claridad”, “ahí, en el atemorizado silencio íntimo de la conciencia”? Pero entonces, ¿hay reparación posible?

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