(No es novela ni cuento, a quienes aquí acogemos. Pero escrita, en este caso conferencias en la Universidad de Columbia, por un gran autor como Borges, no es solo crítica o análisis. Es un diálogo entre escritores. Y creación de un espacio literario. Por eso también lo acogemos).
La imaginación y la anécdota. Una frontera que Borges no establece. Pensando en el efecto de sus cuentos, porque “si usted está escribiendo un cuento, tiene que hacerlo tan plausible como pueda, ya que, de otro modo, la imaginación del lector lo rechazará”. Pensando en la escritura misma, “es muy difícil establecer un límite entre cuento y anécdota”. Pensando en su invención, parten de historias que le contaron, “todo ocurrió realmente y no me pertenece”. Y aún así, hizo sus cuentos.
Profundiza: “la mayoría de mis cuentos surgen de anécdotas, aunque las distorsiono o modifico”.
Comparte: algunas técnicas, o trucos. Como por ejemplo que “uno debería narrar los hechos como si no los entendiera del todo, puesto que así es la realidad”. “Demorar la historia”. “Hacer observaciones menores, a fin de evitar una historia totalmente desnuda o despejada”. “El truco de simular que no sé absolutamente nada sobre muchas cosas, de modo que el lector crea en las otras”.
En la poesía, recomienda no empezar innovando. “Para romper las reglas, uno debe conocer las reglas antes”. Sus temas, no resultan de una cavilación, “ya que cuando yo escribo algo, tengo la sensación de que ese algo preexiste. Pero no tengo la sensación de inventarlo; las cosas son así. Son así, pero están escondidas y mi deber de poeta es encontrarlas”.
La invención y la tradición. “Yo no creo que sea posible descartar todo el pasado. Si lo hiciera, usted correría el riesgo de descubrir cosas que ya han sido descubiertas. Yo creo que eso se debe a la falta de curiosidad”. Por eso, “yo creo que es más prudente para un joven escritor demorar la invención y la irreverencia por un tiempo y tratar meramente de escribir como algún buen escritor a quien admire”, “de modo que el escritor se convierte en sí mismo perdiéndose a sí mismo”.
Pero las fronteras entre anécdota e imaginación, invención y tradición, no se resuelven sólo en las distorsiones que introduce, o en las técnicas o trucos. Sino en el ímpetu íntimo que hace a la gran literatura: “La literatura no es un mero juego de palabras; lo que importa es lo que no queda dicho, o lo que puede ser leído entre líneas. Si no fuera por ese profundo ímpetu íntimo, la literatura no sería más que un juego, y todos nosotros sabemos que puede ser mucho más que eso”.
¿Y qué es ese “ímpetu íntimo”, qué permite? ¿no es acaso “alcanzar ese descubrimiento final de sí mismos que hace a la gran literatura”?