A partir de

Putas asesinas, de Roberto Bolaño

De los cuentos reunidos en Putas asesinas, elijo “Dentista”. Atormentado porque se le murió una paciente, pobre, india, con un cáncer bucal en su cooperativa médica en Irapuato, a la que fue a visitar por sus propios tormentos con su novia en el DF. Pero no pudo hablar de esto. Al tormento, el dentista sumaba su melancolía, y su rabia, contra el pintor Cavernas.

La muerte. “La certidumbre de que te mueres y de que te mueres por nada, por estupideces, y de que tu vida, la vida que estás a punto de perder, es también una sucesión de estupideces, es nada”.

El arte. “El arte, dijo, es la historia particular… ¿Y qué es la matriz de la historia particular?… la matriz de la historia particular es la historia secreta… ¿Y tú te preguntas qué es la historia secreta? Pues la historia secreta es aquella que jamás conoceremos, la que vivimos cada día, pensando que vivimos, pensando que lo tenemos todo controlado, pensando que lo que se nos pasa por alto no tiene importancia. ¡Pero todo tiene importancia, buey! Lo que pasa es que no nos damos cuenta. Creemos que el arte discurre por esta acera y que la vida, nuestra vida, discurre por esta otra, y no nos damos cuenta que es mentira. ¿Qué hay entre una acera y otra acera?, me preguntó”.

La vida. Ramírez, joven, pobre. Leyeron sus cuentos en su casa, erguida “en medio del erial y del basurero y del páramo mexicano, desposeída de todo ornato… Y comprendí durante un segundo acaso el misterio del arte, su naturaleza secreta”.

La muerte. El arte. La vida. ¿Qué hay entre una acera y otra? Me pregunto. Darnos cuenta. Que todo tiene importancia.