A partir de
El juego del revés, de Antonio Tabucchi
De los cuentos reunidos en “El juego del revés”, elijo el que le da el título al volumen. María do Carmo Meneses de Sequeira le había enseñado a ver; el cuadro de Las Meninas de Velázquez, tal vez, la vida: “la clave del cuadro está en la figura del fondo, es un juego del revés”.
A leer. “Pessoa es un genio porque entendió la otra cara de las cosas, de lo real y de lo imaginado, su poesía es un juego del revés”.
A ella, se lo había enseñado la vida, jugando, de niña. Con sus amigos en su infancia en Buenos Aires, “nos colocábamos en círculo, cuatro o cinco niños, se contaba y a quien le tocaba se ponía en el centro, apuntaba a uno del corro y le lanzaba una palabra, una cualquiera, por ejemplo, mariposa, y el otro debía pronunciarla en seguida al revés”, asopiram.
María do Carmo, aristócrata portuguesa, era enlace “entre los exiliados que viven en Roma y las familias que siguen en el país”. ¿Era la hija de terratenientes de juventud dorada, era un enlace, era todo apenas un juego? Y el revés tiene su revés, “sever”, le escribió antes de morir.
Mirar del revés, un juego, un modo de vivir, a veces, una necesidad.