Torquemada en el Purgatorio, de Benito Pérez Galdós

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Torquemada en el Purgatorio, de Benito Pérez Galdós

 

La riqueza del usurero Torquemada se incrementaba sin cesar. “¡Qué cosas Dios!”: le iba bien en todos los negocios. “¿Por qué le favorecía la fortuna, habiendo sido tan viles sus medios de enriquecerse?”.

Agrega a la usura el millonario negocio del estanco del tabaco, involucrándose con Ministros de Estado. “De aquí que la muchedumbre honrada y pobre crea que el dinero es loco; de aquí que la santa religión, confundida ante la monstruosa iniquidad con que se distribuye y encasilla el metal acuñado y no sabiendo cómo consolarnos, nos consuela con el desprecio de las riquezas, que es para muchos consuelo de tontos”.

En el caso de Torquemada al menos, “no hay que hablar tanto de la ciega fortuna ni creer en als pamplinas de que ésta va y viene con los ojos vendados. ¡Invención del simbolismo cursi!, era que don Francisco poseía un talento de primer orden para los negocios”.

No dejará de traerle tensiones domésticas. La base de su fortuna, y de su criterio, era economizar en todo, y las hermanas del Aguila, su hermana política Cruz, su esposa Fidela, se propusieron elevarlo socialmente. Para recuperar ellas su posición perdida; para tapar la boca de las murmuraciones madrileñas sobre lo grotesco de él y lo oprobioso de ellas, habiendo remontado la miseria en la que habían caído con este extraño matrimonio. Pero para Cruz, era él “su hechura, su obra maestra”.

Y estaba en “la tercera fase de su evolución social”, sus “éxitos en el mundo eran extraordinarios, casi milagrosos”. Dándose la mano las aristócratas venidas a menos con el millonario que se encumbraba. Nuevo barrio, nueva casa, nuevo vestir, nuevo hablar, nuevos modales. Senador. Marqués. Le ofrecen un banquete agradeciendo haber logrado el ferrocarril para León, y deslumbró con su discurso, sobre los hombres de acción, el hacerse a uno mismo, el trabajo, la honra. “No sé a qué puede aspirar ya. Todo lo tiene: el mundo se postra a sus pies”. Para coronarla, Fidela le dio un hijo, Valentín, igualito lo veía él a su Valentín muerto años atrás de meningitis.

Rafael, el hermano ciego de Cruz y Fidela, que sufría con el orgullo herido de su aristocrática familia entregada a la vida de un millonario nacido pobre, no pudo más que admitir que “la monarquía es una fórmula vana; la aristocracia una sombra. En su lugar reina y gobierna la estirpe de los Torquemadas, vulgo prestamistas enriquecidos. Es el imperio de los capitalistas”.

Desesperado, lamentándose, rendido, se suicida arrojándose de un balcón.

¿Qué Rafaeles piensan hoy en concluir su vida, sobrepasados por cuáles nuevos Torquemadas?

 

 

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