A partir de
Almas muertas, de Nikolai Gogol
“Llevar una vida agradable, contemplar la naturaleza, leer un buen libro, ¿qué cosa más agradable que esas? Pero, ¿cómo conseguir algo tan sencillo?
Pavel Ivanovitch Chichikov tenía la energía, la paciencia, la decisión. Intentó el camino recto, ingresando a la burocracia de un Ministerio. Era un camino largo y su ambición se hacía inalcanzable, buscó atajos. Logrando ser traspasado a la Aduana, siguió actuando con honradez, hasta que logró una posición y con una banda de traficantes se asoció enriqueciéndose rápidamente. Descubierto, lo perdió todo. Pero, decidido, enérgico, creativo, buscó nuevos caminos.
No ya la remanida burocracia del Imperio. “Tuvo que hacerse hombre de negocios, profesión que no había adquirido aún, para nosotros, derecho de ciudadanía, tratada en todas partes sin miramientos, poco considerada por la chusma burocrática, condenada a las antesalas, expuesta a las afrentas”. No le importó. Empezó de nuevo.
Recorrió las amplias comarcas rusas, planas, uniformes, sin casas sobre los acantilados ni castillos en las cumbres de las montañas. “¡Oh Rusia, Rusia! … pobre tierra ruda e inhospitalaria, en la que ninguna maravilla de arte va a unirse a las de la naturaleza … ¿Pero qué fuerza secreta empuja hacia ti? … ¿Qué presagia esta inconmensurable extensión? Ilimitada, ¿no darás a luz un genio tan vasto como tú? ¿No estás predestinada a engendrar héroes, tú que ofreces tanto campo para correr?”.
Ganada la confianza de todos los altos funcionarios del lugar, fue directo, discreto pero directo: “tengo la intención de comprar muertos que figuren como vivos en las listas del padrón … no hablo en sentido figurado; se trata justamente, de almas muertas”, los campesinos que no habían sido dados de baja del censo, por los que los propietarios seguían pagando tributos, y que él sabía cómo obtener subsidios del Consejo de Tutela para fines de la colonización.
Dio un vasto genio, engendró un héroe: el pícaro. Este pícaro que no es más que “un adquisidor. La sed de adquirir es la causa de todo; ella es la que impulsa a sus acciones a todo el mundo; acciones calificadas de no muy limpias”.
El terreno era propicio. Los dueños de los señoríos eran indolentes y se dejaban llevar por estas inventivas de los hombres de negocios como Chichikov, los funcionarios aceptaban los sobornos para facilitar tan oscura operación.
De formas inesperadas terminaría por descubrirse. De uno de los pueblos huyó porque las damas de allí, ofendidas por no concitar la atención del recién llegado que se había ganado los favores de todo mirando a la hija del Gobernador, esparcieron el rumor de que intentaba raptarla y el asunto de las almas muertas comenzó a despertar sospechas. “Y ya es sabido que el chismorreo es tan indispensable a los habitantes de las pequeñas ciudades como el beber y el comer”.
“Rusia es presa de una pereza vergonzosa”. El escándalo había traspasado los límites de las pequeñas comarcas y las autoridades locales. “El hecho es que debemos salvar a nuestro país, que sucumbe ya no por una invasión de veinte naciones, sino por su propia culpa. Al lado del gobierno legal, se ha formado otro mucho más potente que la ley. Todo está tasado y los precios son llevados a conocimiento de todos”.
Y no aparece el hombre que le diga, que la incite, “¡Adelante!”. Aparece en cambio el Príncipe, clamando por mano militar o el pueblo blandiendo la espada de la justicia. ¿Qué hacer entre los indolentes terratenientes, los corruptos funcionarios, los pícaros hombres de negocios? “Ahora bien, ¿quién de vosotros, lleno de humildad cristiana, en la calma y la soledad de los debates de conciencia, profundizará esta penosa pregunta?”.
Recuerdo haber comparado a Chichikov con el fundador de las academias Opening en clase de literatura rusa, en un ejercicio que nos pidió uno de los mejores profesores que he tenido. Qué grato reencontrarse con Gogol.
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jajaj, pobre Chichikov!
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