Calle mayor, de Sinclair Lewis

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Calle mayor, de Sinclair Lewis

 

Carol quería reformar las cosas, un profesor de Sociología la inspiró. Después de estudiar para Bibliotecaria y trabajar en la Biblioteca Pública de Saint Paul y casarse con Will Kennicott se fue a su ciudad Gopher Praire con la intención de llevar adelante sus propósitos. “He aquí el imperio más reciente del mundo: el Oeste central norteño … una tierra de automóviles nuevos y casas de cartón … con toda su enorme riqueza, su tierra está en los albores de la producción. ¿Cuál será su futuro?”, se preguntaba allá por los inicios del siglo XX.

Años después, con su hijo Hugh, huyó de aquella ciudad. Fue a Washington. ¿Qué la llevó a huir?

Las mezquindades, habladurías, prejuicios, intolerancia, toda esa “tempestad de ruindad”, de todas las ciudades pequeñas y con ellos “el virus del pueblo”, su rutina, su hipocresía, sus suspicacias. No muy diferente entonces de otras ciudades del mundo; pero esta es peor por su esfuerzo por “ser la máxima mediocridad del mundo”.

Las ataduras: se preguntó “lo que millones de mujeres”: “¿no habrá sido una terrible equivocación casarme con él?”.

Las Vida Sherwins, activas, reformadoras, pero… “va a pensar que soy conservadora. Y lo soy. ¡Hay tanto que conservar! Todo este tesoro de ideales americanos. Vigor, democracia y fe en las oportunidades”.

Intentó con todas sus fuerzas cambiar algo. ¿Qué hacer? Cambió de dirección. “¡No quiero sucumbir! ¿Y cómo? He fracasado en todo: en el club Thanatopsis, las fiestas, los primeros pobladores, la Casa-Ayuntamiento, Guy y Vida. ¡No importa! Yo no pretendo ‘reformar la ciudad’ ahora. Pretendo salvar mi espíritu”.

¿Alcanza? Trata de ir más lejos. “… qué es lo que ha hundido en las sombras a las mujeres … ¿Qué es lo que queremos? ¿qué es lo que necesitamos?”. Se vuelve a proponer: “nuestra utopía ahora … todo para todos”.

Los mezquinos ataques se recrudecen, contra “la pretensión de Carol de ser un mesías sociológico que venía a salvar a Gopher Prairie”.

Vuelve a replantearse las cosas. “¿Cuál es el remedio? La crítica … Todo lo que ataque al ‘dios mediocridad de la tribu’ sirve de algo”.

Pero, ¿sirve de algo? Se hace amiga del sastre culto y refinado Erick Valborg. Cree enamorarse, no lo está, pero las habladurías recrudecen. Ni eso logra. “¿Sería acaso mi tragedia, la de que no conozco nunca la tragedia verdadera, la de que no me tropiece más que con complicaciones formidables en apariencia, que luego resultan una farsa? … Un destello del amor vislumbrado por detrás de cortinas de encaje en la calle Mayor”.

Obstáculos. Callejones sin salida. Se va de Gopher Prairie. A Washington. Allí, “sintió que no era la mitad de un matrimonio, sino un ser humano en su totalidad”. Allí, había mucho de la calle Mayor de Gopher Prairie, pero también mucho que nada tenía que ver. Conoció diversidad, tolerancia, colaboró con las sufragistas, con la AFL, se divirtió.

Y vio las cosas de otra manera, logró objetivar. Redujo “la importancia de la calle Mayor hasta situarla en los términos verdaderos de su insignificancia”. Se dijo que “jamás volvería a sentirse amedrentada por la fuerza que ella misma había concedido a las Vidas, los Blauser y las Bogarts”.

Pudo decirse también que “cómo había sido posible que la hubieran irritado  meros individuos. No son los individuos los enemigos, son las instituciones”.

Y pudo volver a Gopher Prairie. No derrotada. Una hija en camino y un futuro distinta para ella y para todas las mujeres que vendrán. Y que vio su ciudad de otro modo, “no era una extensión de tierra abrasada por el sol, era una fiera con quien ella había luchado, saliendo de la lucha más hermosa”.

¿Qué la llevó a huir? ¿El agobiante peso de la mediocridad del “imperio más reciente del mundo”? ¿la desproporción de sus remedios reformistas ante la magnitud de la tarea, resultando más en farsa que en tragedia? ¿las ataduras del matrimonio? ¿las falsas amistades? Y más importante, ¿qué la salvó? ¿la actitud crítica, la fe utópica, la independencia ganada con su huida, la esperanza en el futuro? Acaso, saber que de todo eso, con todo eso, contra todo eso, pudo salir, y volver, más hermosa.

 

(Aguilar. Traducción de Carlos de Onís)

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