El tiempo envejece deprisa, de Antonio Tabucchi

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A partir de

 

El tiempo envejece deprisa, de Antonio Tabucchi

 

De los cuentos reunidos en este volumen, elijo A contratiempo. El hombre parte de Italia hacia Grecia. Podría ser un manager. Un biólogo marino. Un naturalista. Podría ir de vacaciones. O a algún Congreso.

En el vuelo de aquel año de 2008, se detiene en “las grandes imágenes de nuestro tiempo”: Hiroshima, Vietnam, los Jemeres Rojos, Santiago de Chile en 1973 y en 1987, Génova en julio de 2001, la cárcel de Abu Ghraib en Irak en 2004.

Al bajar del avión llega al hotel, abandonarlo poco después para ir hacia la playa en el auto rentado, algo cambiará. No siguió hacia la izquierda, al mar, sino que decidió tomar a la derecha, hacia las montañas.

Por la ruta, “conducía y nada más … volvía a notar aquella sensación de ligereza … y al mismo tiempo una energía de la que no conservaba memoria, como si hubiera vuelto a ser joven, una suerte de leve ebriedad, casi una pequeña felicidad”.

Conducía y nada más, como sin rumbo, sabiendo que tenía un destino. Se detuvo frente a un monasterio de anacoretas. “Comprendió que había llegado”. Al fraile que lo recibió le dijo: “he venido a darte el relevo”.

Hay esas veces. Vamos en una dirección, y doblamos de repente, tomando otro camino, hacia otras de nuestras tantas vidas posibles.

 

(Anagrama. Traducción Carlos Gumpert)

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