A partir de
Tándem, de Laura Calvo
De los cuentos aquí reunidos, elijo Los Traboules. Los Colombo viajaron a Europa, y se enteraron allí, por el guía en el Coliseo, que «Cleopatra para divertirse clavaba agujas de oro en el pecho de sus esclavas. El aburrimiento ha sido y será siempre un mal consejero. Por eso habían hecho este viaje; para divertirse, para pasarla bien».
Se enteraron también, en una Guía turística de Lyon, de los Traboules, unos pasadizos de un lado a otro de la ciudad de la mejor seda y la primera imprenta que usaban sus ciudadanos para escapar durante las guerras, remitiendo así a «misterio, clandestinidad».
Los recorrió, se angustió. Pero también, «tuvo la sensación de haber cruzado una línea de fuego … resultaba curioso disfrutar tanto de una ruptura en su rutina, conciente como era de su apego a la rutina».
Y entonces, en los comunes, y no en poderosas reinas, el aburrimiento puede ser simplemente invitación a disfrutar saliendo de la rutina, a aventurarse en aventuras sencillas.