A partir de
La Divina Comedia. Infierno, de Dante Alighieri
El “lago del alma” de Dante conoció el pavor, por lo áspero y temeroso de aquel lugar que recorría, por verse allí amenazado por unas bestias. Y fue entonces que “perdí la esperanza”, hasta que apareció Virgilio: “ten piedad –le grité- de este afligido”.
Accedió: “Más hora por tu bien pienso y discierno/ que ser debo tu guía y quien te lleve/ desde este sitio humilde hasta otro eterno”.
Pero el sitio eterno tiene Cielo, aunque también tiene Purgatorio, y tiene Infierno. Por esto lo comenzó a seguir, pero dudó: “Poeta que me guías/ antes ve si mi aliento es poderoso/ a coronar la empresa que me fías”.
Avanzan y en la puerta la temible inscripción: “Por mí se va a la ciudad doliente … ¡ah, los que entráis, dejad toda esperanza!”.
Y se escuchaban ya “ayes allí, suspiros y lamentos/sonaban por un aire sin estrellas/ hablas mil, voces hórridas, querellas/ palabras de dolor, ira que espanta, /roncas blasfemias”.
Igual se adentra, para recorrer los nueve círculos del Infierno, con sus anillos, multiplicando la vista de los pecados y sus terribles castigos. Horrible privilegio: “¿quién es ese, que sin muerte/ ve el reino de los muertos pavoroso?”
Cada castigo más terrible y doloroso, aunque el primero resulte acaso más artero: “vivir sin esperanza y con deseo”.
¿Ante tamaña y temible travesía, que necesitas pasar por el Infierno para llegar al Cielo, no era preferible permanecer en “sitio humilde”, sin pretensión de eternidad? ¿O es hacerte de la partida de los indiferentes –“aquella secta de ánimos pasivos no agradables a Dios ni a sus contrarios … esas almas siervas sin amo”- que pueblan el vestíbulo del Infierno? ¿O es recorrido para los poetas que lo hacen en nuestro lugar, dejándonos –qué alivio- vislumbrarlo con la imaginación ahorrándonos tan horrible experiencia: “a empresa tan difícil, ¿quién se lanza,/ sin miedo al pobre idioma, y a la mente/ que escenas tales a abarcar no alcanza?”?
[como excepción, en estos comentarios, estas lecturas: veamos la posibilidad opuesta, con Borges: “Dante comprende y no perdona; tal es la paradoja insoluble. Yo tengo para mí que la resolvió más allá de la lógica. Sintió (no comprendió) que los actos del hombre son necesarios y que asimismo es necesaria la eternidad, de bienaventuranza o de perdición, que éstos le acarrean”.]
(Edaf. Traducción del Conde de Cheste)