La máquina del tiempo, de H. G. Wells

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La máquina del tiempo, de H. G. Wells

 

“Montado en esta máquina me propongo explorar el tiempo”, les lanzó a sus amigos después de una breve disertación teórica a sus amigos el “Viajero a través del Tiempo” y de mostrarles su Máquina del Tiempo que había montado en el estudio de su casa. Incrédulos se retiraron para volver a la semana siguiente.

Los recibió con un asombroso “he pasado una temporada asombrosa”. Y les pidió lo escucharan sin interrupciones. Sabremos que “lo que sigue es absolutamente inadmisible”. Sin embargo, “es cierto (palabra por palabra) a pesar de todo”.

Nos cuenta que se remontó hacia el futuro, hasta el muy lejano año de 802.701. Que allí conoció algo a la vez semejante y distinto; atractivo y repulsivo. Algo sobre lo que, para entenderlo, comenzó a hacer conjeturas.

Primero, pensó en un mundo “en ruinoso esplendor”, con seres sonrientes y despreocupados, ajenos al yugo de la Necesidad. Pero debió descartarlo.

Lo supuso una sociedad comunista. Fue cuando conoció el Mundo Superior de los Eloi. No había “señales de derechos de propiedad, ni muestras de agricultura; la tierra entera se había convertido en un jardín”.

Aunque encontró una falla, algo que le llamaba la atención. Veía que no padecían enfermedades, que vivían en espléndidas moradas. Pero “no había encontrado a aquellas gentes ocupadas en ninguna faena”. Y debió descartar esta conjetura poco después.

Porque, cuando supo de los seres subterráneos, los horribles Morlocks, pensó en una horrorosa extensión degenerada del capitalismo. La apacible despreocupación de los Eloi era la vida del ganado en las praderas, para alimento de los seres subterráneos. “Me parecía claro como la luz del día que la extensión gradual de las actuales diferencias entre el Capitalista y el Trabajador, era la clave de la situación entera”. No pudo desechar esta última conjetura.

Siguió adelante, hasta un horroroso mundo viviendo 30 millones de años más adelante.

Volvió, devastado. Terminó su relato: “no puedo esperar que crea usted esto. Tome mi relato como una patraña o una profecía. Diga usted que he soñado en mi taller. Piense que he meditado sobre los destinos de nuestra raza  hasta haber tramado esta ficción … Y tomado así mi relato, ¿qué piensa usted de él?”.

Entonces, ¿hay “Progreso de la Humanidad” o hay “tan solo en el creciente acopio de civilización una acumulación necia que debía inevitablemente venirse abajo al final y destrozar a sus artífices”?

Temible viaje. ¿Hay alternativa, acaso el puro presente? “¿Qué piensa usted?”.

 

(Hyspamérica. Traducción: Nellie Manso)

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