A partir de
El Evangelio según Jesucristo, de José Saramago
Jesús sufre, desde pequeño. Heredó la culpa de su padre el carpintero José, que estando en Jerusalén escuchó de la matanza que los romanos planificaban contra los niños en Belén y fue corriendo para asegurarse la salvación de Jesús sin preocuparse del resto de los niños, que murieron cruelmente asesinados de a decenas. Hasta el fin, la culpa lo atormentó, con pesadillas cada noche que lo hacían despertar llorando.
Tras su muerte, Jesús heredó las pesadillas y la culpa.
Abandonó el hogar, en busca de respuestas. Encontró algo muy diferente a lo que buscaba. No solo la revelación de ser hijo de Dios. Sino también, cargar con una culpa multiplicada hasta el infinito.
¿Por qué?, ¿cómo?, ¿qué hacer?
Porque Dios está insatisfecho. No se conforma con ser “dios de un pueblo pequeñísimo”, el judío, por lo que lo que quiere es “ampliar mi influencia para ser dios de mucha más gente”.
Lo logrará engendrando a Jesús para predicar que es Su hijo, y que todos los hombres son pecadores pero que, siguiéndolo, encontrarán la redención. Así, se trata de expandir la culpa. Llevarla al infinito: millones de personas a lo largo de miles de años, morirán por su causa: en guerras santas, martirios, castigos, procesos inquisitoriales. Los muertos, los niños muertos, de Belén, no son nada comparados con las masacres que vendrán.
Jesús sufre. Intenta romper la santa alianza. Idea una estratagema: escapar a la muerte como hijo de Dios, para morir como Rey de los Judíos: propone a sus discípulos lo traicionen ante las autoridades y cumplir así su plan. No lo logrará: agonizante en la cruz, irrumpe Dios para pronunciar su condena eterna: “este es mi hijo muy amado”. Nuevo dolor al dolor del hijo que ve “el río de sangre y de sufrimiento que de su lado nacerá e inundará la tierra”, y clamó: “hombres, perdonadle, porque él no sabe lo que hizo”.
La poderosa cadena de la culpa que llaga sin dejar marcas visibles; la inútil rebelión del hijo contra el padre.
(Alfaguara. De la traducción: Basilio Losada)