A partir de
El hombre invisible, de H. G. Wells
“Griffin, el primero de todos los hombres que logró hacerse invisible, Griffin, el físico de más talento que el mundo ha conocido”.
Admirable.
Trascendía el logro científico, podía desafiar certezas. “Si ocurrieran muchas cosas como ésta, dando un mentís a todas mis ideas preconcebidas, me volvería loco”.
Y al mismo tiempo, detestable.
Para lograr su cometido después de cuatro años de experimentación, y salvar la última barrera que se interponía para el logro de su propósito de conseguir la invisibilidad, cometió uno de los más horrendos de los crímenes. Y sería el primero de una larga cadena.
Fue, al mismo tiempo, “un proscrito” y “un hombre poderoso”. Sentía, entremezcladamente, que “he sufrido” y que podía “hacer grandes cosas”.
¿Por qué venció lo detestable a lo admirable?
Yacía en su impulso querer “asombrar al mundo con la revelación de mi obra y hacerme famoso de golpe”.
Por eso se encerró solo cuatro años sin comunicar sus avances a nadie. Un egoísta. “Es la imagen del egoísmo. No piensa más que en su propia seguridad, en lo que le conviene”.
Comprobó el temible poder de la impunidad. “Mi cabeza estaba ya rebosante de planes para poner en práctica todas las cosas fantásticas y extraordinarias que ahora podía llevar a cabo con absoluta impunidad”.
Comprobó igualmente los límites a sus deseos: si se revelaba quedaría como “un espectáculo, un fenómeno extraño”, debiendo entonces robar para comer, ocultarse de todos, frustrándolo, intensificando su irritabilidad.
Que llevó a límites inimaginables. Se propuso establecer “el Reinado del Terror”. Perseguido, redobla su apuesta: “no hay más remedio que dar comienzo al Terror … Este es el primer día , del año I, de la nueva era, la Era del Hombre Invisible”.
Sí, todo esto puede estar en esa peligrosa victoria. Por sobre todo, tal vez, que “se ha apartado de la humanidad”.
(Hyspamérica. Traducción: Nellie Manso / J. Gómez de la Serna)
La impunidad q arrasa con los vinculos
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