Metamorfosis, de John Cheever

adios hermano mio john cheever

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Metamorfosis, de John Cheever

 

Larry Acton fue claro con el ascensorista: “Soy banquero, y voy a asistir a una reunión de directores donde se va a discutir la suscripción de una emisión de obligaciones po valor de cuarente y cuatro millones de dólares. Tengo novecientos mil dólares. Soy propietario de una casa de veintidós habitaciones en Bullet Park, de una perrera particular y dos caballos de carreras, y tengo tres hijos en una universidad privada, un velero de siete metros y cinco coches”.

Parecía una aclaración necesaria: “Discúlpeme señor, pero parece un repartidor”.

Un día raro. En el tren el revisor de boletos lo saludó familiarmente: “he pensado que era usted camarero”.

Y al llegar a casa, sus perros ladraban sin cesar mientras oía los gritos de su mujer: “¡Larry, los perros están sueltos y creo que están atacando a alguien!”

El señor Bradish era un fumador empedernido. Cuando dejó de fumar, “se vio súbitamente trasplantado al bando de los ángeles; descubrió que se había convertido en un abogado forzoso de la continencia, y comprendió que esa condición era parcialmente un impulso involuntario de juzgar la conducta del prójimo … Contempló con enérgica desaprobación a un desconocido que encendía un cigarrillo en una esquina”, y así.

Hasta que volvió a encender un cigarrillo, y al volver caminando, se puso a “observar a la multitud urbana que se cruzaba con él en la oscuridad, vio a las personas como si fueran Winston, Chesterfield, Marlboro, Salem, nargules, pipas de espuma de mar, pitillos, Corona- Corona, Camel y Player. Su perdición fue una mujer jven, una niña en realidad, a quien confundió con un Lucky Strike. Chilló al verse atacada, y dos hombres derribaron a Bradish, asestándole puntapiés y puñetazos con justa indignación moral”.

Es más habitual de lo que parece transformarse en un monstruoso insecto, o alguna de estas variantes; podemos un buen día haber cambiado monstruosamente, al menos por unos instantes, a veces sin notarlo; pero podemos reírnos de ello.

 

(Literatura Random House. Traducción de José Luis López Muñoz y Jaime Zulaika Goicoechea)

 

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