A partir de
El príncipe canario, en Italo Calvino Cuentos populares italianos
La maldad enmascarada siempre está al acecho, esperando su oportunidad y activa. Muerta la madre de la hija del rey, la madrastra se apresuró a –le dijo al padre- protegerla, en realidad encerrarla, en un castillo en medio del bosque.
La posibilidad de vencer el injusto castigo, por medio del otro, del amor, siempre se presenta, el príncipe que suspira por ella. Pero siempre debe vencer aquella maldad, los muros del castillo.
Y para vencerla, necesita a su vez de otro, y necesita de un poder que desconocemos, que no poseemos, pero, si nos lo ofrecen, del que podemos disponer. Una Bruja cedió el libo mágico que al pasar sus páginas en un sentido, convertía al príncipe en canario para volar hasta la habitación de la princesa, y si las pasaba en sentido contrario lo volvía a convertir en hombre al llegar hasta ella. Otra bruja conocía el secreto para sanar las heridas que, convertido en canario, le provoco al Príncipe la madrastra, un ungüento que se hallaba en la misma habitación del Príncipe herido y que la Princesa, fugada del castillo, disfrazada de médico, supo aplicarle.
Cada arbitrario castigo tiene su azarosa solución mágica; cada uno cuenta con y padece de fuerzas exteriores, del otro, de los otros, si aceptamos lo inverosímil, y la necesidad de transformarnos, de dar vueltas las páginas en uno y otro sentido.
(Siruela. Traducción de Carlos Gardini)
Que cuento lindo y alentador
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si, cierto, muy lindo
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