
“Sólo nos detuvimos brevemente ante El jardín de las delicias de El Bosco. Ante ese retablo había pasado yo muchas horas, le dije. Podía encontrarle siempre elementos nuevos y no cesaba de provocarme la imaginación. ‘Todo Dalí está en ese cuadro’, dijo él. Eso es parte de la fascinación que me inspiraba, añadí. Uno podía imaginar tantos otros pintores anonadados frente a esa obra y observar luego en sus pinturas el deseo de ir más allá o de desentrañar el pasado o el futuro de aquellas figuras.
- Curioso El Bosco, ¿no? Le pone sabor de infierno al paraíso -comentó Manuel-, juega con la duplicidad de todas las realidades posibles. Tú misma te asomaste, en las cartas de tu madre, a lo que estaba detrás del aparente paraíso que percibías.