
“Asedio puesto otra vez al inexpugnable afuera. Fiebre de ojo y mano en busca de lo otro. El ojo cambiado sin cesar por la mano que incesantemente cambia. La mirada que se aparta de lo invisible para chocar contra lo irrealizable, una y otra vez. Un tiempo de tregua y las marcas de lo que es ser y ser enfrentado. Mostrar esas marcas profundas”.