
Píldoras de la crítica. La época de la reproductibilidad técnica: el aura y el goce. W. Benjamin y P. Valery
(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)
Una coincidencia:
Para Walter Benjamin, “la obra de arte ha sido siempre fundamentalmente susceptible de reproducción … la reproducción técnica de la obra de arte es algo nuevo que se impone en la historia intermitentemente, a empellones muy distantes unos de otros, pero con intensidad creciente”.
Para Paul Valery, “se instituyeron nuestras Bellas Artes y se fijaron sus tipos y usos en tiempos bien distintos de los nuestros, por obra de hombres cuyo poder de actuar sobre las cosas era insignificante frente al que hoy tenemos. Pero el pasmoso crecimiento de nuestros medios, la flexibilidad y precisión que éstos alcanzan, y las ideas y costumbres que introducen, nos garantizan cambios próximos y muy hondos en la antigua industria de lo Bello. En todo arte hay una parte física que no puede contemplarse ni tratarse como antaño, que no puede sustraerse a las empresas del conocimiento y el poder modernos. Ni la materia, ni el espacio, ni el tiempo son desde hace veinte años lo que eran desde siempre. Hay que esperar que tan grandes novedades transformen toda la técnica de las artes y de ese modo actúen sobre el propio proceso de la invención, llegando quizás a modificar prodigiosamente la idea misma de arte. De entrada, indudablemente, sólo se verán afectadas la reproducción y la transmisión de las obras. Se sabrá como transportar y reconstituir en cualquier lugar el sistema de sensaciones -o más exactamente de estimulaciones- que proporciona en un lugar cualquiera un objeto o suceso cualquiera. Las obras adquirirán una especie de ubicuidad”.
Coincidencia explícita: Walter Benjamin pone como epígrafe una cita de Paul Valery de Piezas sobre arte, ‘La conquista de la ubicuidad’. Más que coincidencia, reconocimiento de un hecho. Que uno lamenta, y el otro celebra.
Dos sensibilidades:
Para Walter Benjamin, “incluso en la reproducción mejor acaba falta algo: el aquí y ahora de la obra de arte, su existencia irrepetible en el lugar en que se encuentra … El aquí y el ahora del original constituye el concepto de su autenticidad … El ámbito entero de la autenticidad se sustrae a la reproductibilidad técnica … La autenticidad de una cosa es la cifra de todo lo que desde el origen puede transmitirse en ella desde su duración material hasta su testificación histórica … en la época de la reproducción técnica de la obra de arte lo que se atrofia es el aura de ésta … Conforme a una formulación general: la reproducción técnica desvincula lo reproducido del ámbito de la tradición. Al multiplicar las reproducciones instala su presencia masiva en el lugar de una presencia irrepetible. Y confiere actualidad a lo reproducido al permitirle salir, desde su situación respectiva, al encuentro de cada destinatario”, pero, perdiendo su aura, su unicidad. Además, la obra de arte pierde entonces su originaria función ritual, para vincularse a otras praxis, como la política. Menciona como el agente más poderoso, el cine, y la fotografía.
Para Paul Valery, “Su presencia inmediata o su restitución en cualquier momento obedecerán a una llamada nuestra. Ya no estarán sólo en sí mismas, sino todas en donde haya alguien y un aparato. Ya no serán sino diversos tipos de fuente u origen, y se encontrarán o reencontrarán íntegros sus beneficios en donde se desee”. La música es la que mejor se adapta (en esos tiempos). “Los evocamos cuando y donde nos place. Antaño no podíamos gozar de la música en el momento elegido, según nuestro humor. Nuestro gozo se debía acomodar a la ocasión, al lugar, la fecha y el programa ¡Qué de coincidencias hacían falta! Ahora se acabó esa servidumbre tan contraria al placer, y por tanto a una inteligencia más exquisita de las obras. Poder escoger el momento de un goce, poderlo disfrutar cuando no sólo es deseable para el espíritu sino que viene exigido y como esbozado ya en el alma y en el ser, significa darle todas las oportunidades a las intenciones del compositor, puesto que es permitir a sus criaturas que resuciten en un medio viviente no muy distinto de aquel en que fueron creadas … será maravillosamente agradable poder cambiar a nuestro antojo una hora vacía, una tarde eterna o un domingo infinito en magia, ternura o movimientos de espíritu. Hay días malos; hay personas muy solas, y no faltan aquéllas a quienes la edad o el desvalimiento encierran consigo mismas, que ya se conocen de sobra. Hete aquí que esos ratos vacíos y tristes y esos seres destinados al bostezo y los pensamientos taciturnos son ahora dueños de adornar su ocio o de infundirle pasión. Tales son los primeros frutos que nos ofrece la nueva intimidad de la Música y la Física, cuya alianza inmemorial ya nos había dado tanto. Y se verán muchos otros”.
Muchas son las diferencias por supuesto, entre ellas, el contexto: en Benjamin, el temible ascenso del nazismo y el fascismo con cierto ensalzamiento de la ciencia y la técnica a su servicio; el enfoque, con el concepto clave de tradición en un filosófico Benjamin, de goce en un esteta Valery. Pero probablemente, pueda remitirse a una siempre renovada discusión: en Benjamin el foco está en la producción, en Valery en la recepción, en Benjamin en el objeto, en Valery en el sujeto. Aunque, tal vez más simplemente, puede referirse a dos sensibilidades distintas.