
Píldoras de la crítica. Borges, lúdico y hedonista. Fernando Savater
(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)
En 1935 Borges publicó Historia universal de la infamia, sus primeros relatos, publicados primero en un diario. “Este libro es ya Borges puro, sin excusa ni enmienda, pero además un Borges especialmente lúdico, vivaz hasta el desenfado. ¡Dichosa, maravillosa vivacidad de Borges, que en mayor o menor medida jamás le abandonó a lo largo de más de sesenta años de práctica literaria! No hay escritor que tenga menos líneas inertes que él: probablemente por eso nunca se resignó a los géneros que las exigen, como la novela o el tratado. Y este sello personal salta a la vista desde el propio título de la obra, en el que contrastan irónicamente lo vasto de un proyecto académico -una historia universal- con lo subjetivo del tema de estudio elegido -¡la infamia!- y con la misma brevedad del volumen, que no alcanza las ciento cincuenta páginas”.
Se notan las deudas con Stevenson, Chesterton, Marcel Schwob, Lytton Strachey. “Ninguna de estas deudas los hace desmerecer, porque inaugura una forma de leer convertida en escritura a cuya magia persuasiva nos acostumbrará Borges y nadie sino él”.
“No rebaja a Borges decir que casi siempre proporciona entretenimiento de primera categoría a sus lectores … En diversas ocasiones aseguró que él era un lector hedónico que rechazaba cualquier uso penitencial de las obras literarias: sin duda fue también un escritor para hedonistas, cuya originalidad y atrevimiento formal -siempre recatado, tongue in cheek– nunca pretendió imponer a los demás el cilicio culturalista que él mismo detestaba. En estos textos juveniles, se nota también algo de lo que nunca carecerá más tarde del todo, aunque lógicamente la edad lo vaya atenuando o matizando: un íntimo gozo, el júbilo de quien hace lo que le gusta hacer… y que lo hace porque le gusta hacerlo”.