
Píldoras de la crítica. Onetti, un tono, una ciudad, una leyenda. Carlos María Domínguez
(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)
“Onetti fundó en la literatura del Río de la Plata un tono, una ciudad y una leyenda”.
De modo general, “sexualidad y tiempo son dos ejes que recorren la obra onettiana”.
Y se desdobla y se encuentran y desencuentran, la realidad y las emociones.
Está la realidad, allí afuera, y su tiempo.
“De las debilidades de un mundo que se mostraba como no era, Onetti extraería la materia de sus historias”. Y “cuenta la ciudad”, y “cuenta las causas perdidas”; “hallaba el lugar desde donde dar forma a los fracasos personales”. Y, también, “el mundo de Onetti era el mundo femenino sometido”; “tenía la idea de que una mujer era un objeto”; “sus libros solo se ocupaban de borrachos, de locas y de putas, y nunca aparecía ninguna mujer entera” [le criticaban otras escritoras y mujeres de su vida].
Están las emociones que extrae.
“Acaso no exista una obra literaria de mayor intimidad, capaz de provocar emociones que el lector reconoce y a veces también teme”.
¿Y qué emociones?
“El tiempo vivido como deterioro”. Y “el sexo vivido como drama”. Y “la tensión existencial” de “participar en heroísmos ajenos”. “Un conflicto recorre la obra y la vida de Onetti: la fuerza del deseo debía convivir de un modo irremediable, con su decadencia”. La indiferencia.
Las expone con crudeza. Algo más que crudeza. Presenta como divisa para ello “una literatura bajo el dominio de la autenticidad”.
Y el modo, en términos generales, podría ser descrito como que “pone de pie, más que un personaje o un tema, una visión”. Pero también, una ciudad, a lo Faulkner: “La creación de Santa María, en parte se debe a su temor y rechazo al peronismo: su deseo de estar en otra parte”. Pero, también, su mundo ficcional en general, era “su dios, al que ofrecía su destino y, fatalmente, el de quienes lo rodeaban”.
Gran lectura de Domínguez desmenuzando el mundo Onetti.
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