
A partir de
El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger
Holden Caulfield es con sus dieciséis años el típico adolescente, “¿te has hartado alguna vez de todo?”, le pregunta a Sally, y se explaya: que odia todo: Nueva York, los taxis, los farsantes, los hipócritas. Por eso fue reprobando, desinteresado, en su colegio para ricos. Son todos falsos, todos hipócritas, y terminan expulsándolo. No avisa a sus padres, piensa volver a su casa el último día del año escolar, pero si deja el colegio antes y se va a deambular por Nueva York. Se emborracha, contrata una prostituta, le da una golpiza su chulo, gasta sin sentido, llama a algunos conocidos, llama a alguna chica que a la vez quiere y agrede, llora, extraña a sus hermanos, llora, se emborracha: “me sentía muy solo y deprimido”; “no tengo dónde ir”.
Ese adolescente deambular, ¿a qué se debe? ¿Esa falsedad, esa hipocresía que rechaza?
Pero tiene donde ir. Y va: su casa. Aunque de noche, para que no lo vean sus padres. Habla con su admirada hermana menor, que es directa: “a ti nunca te gusta nada”. Una verdad probable.
Llama a su admirado profesor de Historia para pasar por su casa y volver a la suya el último día del año. El profesor también es directo, le advierte la caída en la que está, otra expulsión más: “es la clase de caída que acecha a los hombres que en algún momento de su vida han buscado en su entorno algo que éste no podía proporcionarles, o al menos así lo creyeron ellos … Un día de estos averiguaras lo que quieres. Y entonces tendrás que aplicarte a ello inmediatamente”. Holden se lo agradeció: “me ha salvado la vida esta noche”. Otra verdad probable.
Pero más tarde esa misma noche, despertó con su profesor acariciándole su cabeza. Se asustó, se vistió, y se fue de allí. Podría ser o no un pervertido, pensó después, pero mejor no averiguarlo. Otra probable verdad.
Ese adolescente deambular llevado por su malestar, y ese entonces inesperado descubrimiento de algunas probables verdades que con verdadera, y probablemente inútil por el momento, inocencia agradece.
(EDHASA. Traducción de Carmen Criado)