
(“- La vida de Siqueiros no fue ejemplar -… es imposible olvidar o perdonarle ciertos actos, como el fallido atentado contra Trotsky y su familia…
- Pero el artista… -Es imposible ignorarlo. Tampoco al crítico, casi siempre acertado…
- ¿Y el inventor?)
“Sus ideas sobre la utilización de la fotografía, los nuevos instrumentos y materiales, la integración entre arquitectura, pintura y escultura, la perspectiva en movimiento y otros temas afines, fueron originales e influyeron en algunos pintores contemporáneos. Entre sus discípulos, parte de Pollock y otros norteamericanos, hay varios sudamericanos y un indio de gran talento: Satish Gujral.
Uno de sus descubrimientos me interesa sobre todo: la ‘utilización del accidente’. El primero que habló de eso, si no me equivoco, Leonardo … Hay un momento maravilloso en el que el artista, guiado por lo que llamamos la casualidad, pero que es, sin duda, algo más antiguo y misterioso, se encuentra de pronto ante una conjunción entre lo externo y lo interno, es decir, entre aquello que es del mundo de afuera y aquello que viene de la intimidad más profunda. Su voluntad y la del mundo se cruzan. En ese momento se opera un desdoblamiento: el artista es testigo de su creación o, más exactamente, el artista se da cuenta de que él mismo no es sino uno de los elementos del proceso creador, el canal de transmisión de la energía universal. Es una experiencia que puede compararse a la del descubridor en la esfera de la ciencia o de la experiencia mística. Siqueiros la vivió un día de abril de 1936 en Nueva York, cuando aún no estaba poseído enteramente por el demonio de los sistemas. El resultado fue uno de sus mejores cuadros, hoy en el Museo de Arte Moderno de Nueva York: El nacimiento del fascismo. Como siempre ocurre, la obra va más allá del título y de las intenciones del artista. El cuadro podría llamarse El nacimiento de la pintura.
Siqueiros tuvo conciencia plena de su experiencia y la relata, maravillado, en una carta impresionante a su amiga María Asúnsolo …:
‘Se trata de la utilización del accidente en la pintura, es decir, de la utilización de un método especial de absorción de dos o más colores superpuestos que se infiltran los unos en los otros y que producen las formas más fantásticas y maravillosas que pueda imaginar la mente humana’ …
Confesión impresionante y que es imposible leer sin emoción. La materia está viva y es creadora. ¿Materialismo? Yo diría: animismo. Pero no importa la definición filosófica del fenómeno: lo que cuenta es ver la intersección de la voluntad humana y de la voluntad de la materia (no hay más remedio que llamar así a esos movimientos creadores de formas y figuras). ¿Qué hace el artista? Provoca el movimiento de las substancias y los colores, se deja guiar por sus alianzas sorprendentes y, a su vez, las guía… La pasividad es actividad y la actividad es pasividad. También exaltación y lucidez”.
