
Diálogos. Escribir. Crítica y ficción, de Ricardo Piglia
(No es novela ni cuento, a quienes aquí acogemos. Pero escrita por un novelista, no es solo crítica o análisis. Es un diálogo entre escritores. Y creación de un espacio literario. Por eso también lo acogemos).
Más bien, la ficción al centro, girando a su alrededor como planetas la crítica, la realidad, la sociedad, la política, el acto de escribir, el escritor como figura, como mito.
Crítica y ficción. Probablemente la mejor crítica sea la realizada por los propios escritores (artistas) con su “juicio de valor y análisis técnico”, en parte porque es una intervención en un combate por la renovación de los clásicos, por la relectura de los textos olvidados, por el cuestionamiento de las jerarquías literarias, por, en algunos casos (Borges muy claramente) la creación de las condiciones de lectura de su propia obra; pero con una lectura específica que son capaces de realizar: la traición de la lectura, la lectura desviada, la que ficcionaliza, la que hace un uso inesperado de otro texto. Por otro lado, en la crítica como tal, “los lectores profesionales”, “lo que uno ve, básicamente, es que los críticos están trabajando sobre debates que son de la crítica misma, que los libros funcionan como elementos de una discusión que tiene más que ver con momentos cristalizados”. Más allá de cierto elemento “fascinante”: el crítico como detective, tratando de descifrar un enigma, a la manera del “descifrador de oráculos”, del “lector de la tribu”.
La ficción y (su) crítica. Largamente analiza a Borges, solo traigamos aquí esto: “leer fuera de contexto” (y con eso no solo leer sino también escribir; reuniendo Borges, además, las dos tradiciones de la literatura argentina, no resolviéndolas sino manteniéndolas en suspenso): “la lectura de Borges consiste en leer todo fuera de contexto: leamos la filosofía como literatura fantástica, leamos ‘La imitación de Cristo’ como si hubiera sido escrita por Celine, leamos el ‘Quijote’ como un texto contemporáneo escrito por Pierre Menard, leamos el ‘Bartleby’ de Melville como un efecto de lo kafkiano. Ese movimiento de desplazamiento es la operación básica de la crítica de Borges y es el que produce ese ‘toque’ que llamamos lo borgeano”.
Ficción y realidad. Invierte el orden de las cosas: “La realidad está tejida de ficción”. En varios niveles: “el Estado narra” (“grandes conglomerados de ideas como civilización y barbarie son las fuerzas ficticias, para decirlo con Valery, que constituyen el mapa de la realidad”), y el novelista escribe una especie de contra- narración. Pero lo importante es aquella inversión: “Me interesa cada vez más estudiar el lugar de la ficción en la sociedad porque me parece que ése es el contexto mayor de la literatura … La pregunta es, más bien: ¿cómo funciona la ficción en la sociedad? ¿Cuál es el poder de la ficción? Hay una red de ficciones que constituyen el fundamento mismo de la sociedad, la novela trabaja esos relatos sociales, los reconstruye, les da forma. La pregunta en realidad sería: ¿de qué modo la novela reproduce y transforma las ficciones que se traman y circulan en la sociedad?”.
Ficción y política. Esta ese contenido algo oscuro: “La literatura trabaja la política como conspiración, como guerra; la política como gran máquina paranoica y ficcional. Eso es lo que uno encuentra en Sarmiento, en Hernández, en Macedonio, en Lugones, en Roberto Arlt, en Manuel Puig … En la historia argentina la política y la ficción se entreveran y se desvalijan mutuamente, son dos universos a la vez irreconciliables y simétricos”. Y está aquel otro algo luminoso: “Y de eso hablan siempre los grandes relatos. Son modelos de mundo, miniaturas alucinantes de la verdad. Como decía Ernest Bloch: ‘El carácter esencial de la literatura es tratar lo todavía no manifestado como existente’. Hay siempre un fundamento utópico en la literatura. En última instancia la literatura es una forma privada de la utopía”.
Ficción y (su) escritura. Que la idea de “la propia experiencia” como punto de partida de la escritura es irreal: “las verdaderas experiencias son siempre sociales. La idea de experiencia individual es un efecto de la literatura. El bovarismo es la gran marca del siglo XX … Los escritores son quienes construyen la experiencia y le dan forma”. Que escribe intentando “contar muchas historias en una sola historia”, buscando una “historia reducida a lo esencial”, un “relato mínimo”. Que “escribir es sobre todo corregir”. Que, sobre la técnica, “he tratado de construir mis relatos a partir de lo no dicho, de cierto silencio que debe estar en el texto y sostener la tensión de la intriga”. Pero que no se trata de un problema de técnica: “El problema para mi no es armar la trama sino encontrar el tono de un relato. Narrar es narrar en un ritmo, en una respiración del lenguaje: cuando uno tiene esa música la anécdota funciona sola, se transforma, se ramifica … ese tono, ese ritmo que no creo se pueda asimilar de un modo directo al estilo: se trata más bien de un movimiento algo que pasa entre las palabras y no con ellas”.
Si, la ficción al centro. Aunque: con la sociedad como verdadera (¿secreta?) creadora de las ficciones a las que la literatura solo da forma. Pues “no se trata de ver la presencia de la realidad en la ficción (realismo) sino de ver la presencia de la ficción en la realidad (utopía)”.