
A partir de
Todo va a mejorar, de Almudena Grandes
“El capitalismo no daba más de sí. El planeta no daba más de sí. El crecimiento no daba más de sí. La sociedad de consumo no daba más de sí. No se habían limitado a matar la gallina de los huevos de oro. La habían degollado”. Y, además, el coronavirus, y su serie de pandemias. Justo cuando el Gran Capitán Juan Francisco Martínez Sarmiento culminaba su carrera a sus 47 años, habiendo empezado de tan abajo.
Pero está dispuesto a salvarlo, contratando como asesora a Megan García, fundando un nuevo movimiento político para lo que convenció a los más poderosos empresarios: el Movimiento Ciudadano ¡Soluciones Ya!- MCSY, con su eslogan “la evolución de la política”, y que llegó al Gobierno, para refundar el estado y la sociedad enteramente. El estado, sería dirigido por un “consejo de administración”. Es que “el coronavirus nos ha enseñado que es muy fácil confinar a la población de un país entero. Conseguir que los ciudadanos renuncien voluntariamente a los derechos y las libertades que sus antepasados conquistaron con sangre en una lucha que duró siglos”. Y refuerza eso: el MSCY se comunica a través de la televisión, y cortó todas las telecomunicaciones: desde los celulares a internet. Después de la masiva difusión de la violencia de la delincuencia común, decretó un toque de queda atenuado, para anunciar después la formación del Cuerpo Nacional de Vigilantes. Una de sus consignas: “libertad ilimitada para elegir”. Otra: “todo va a mejorar”, como repetiría la “Gran Terapia”, uno de los innovadores programas para toda la población que impulsaban. Restablecieron nuevos sistemas de telecomunicaciones, con la programación de la TV oficial y todo tipo de aplicaciones para un consumo ilimitado e incesante. Y, así, “España había dejado de ser un país normal”. Tras la llegada al poder, las pandemias se sucedían unas a otras. “La seguridad es salud. La salud es vida. La vida es seguridad”, era ahora el eslogan del nuevo gobierno. Pero “el Estado español no se estaba convirtiendo en un órgano fascista, sino en una empresa privada”. Aunque, “vivimos en una mentira … todo esto es una dictadura”, aunque una muy distinta de las que hasta entonces se habían conocido: “una dictadura neoliberal, ultracapitalista”, que se encubre con el pleno empleo, el bienestar, el consumo, reforzados con todos los programas de control de las personas y, sobre todo, con el permanente bombardeo de fake news de la TV: “una dictadura basada en una simulación de la realidad”.
Pero siempre hay una falla en el sistema. La mujer de uno de los grandes empresarios y fundador del MSCY fue mordida por un animal salvaje, trasladada al hospital, el médico descubre que no estaba vacunada, que nunca había sido tratada contra el virus y, más extraño aún, que de nada se había contagiado tras el ataque del animal. Lo escribió en un informe secreto; poco después, moría en un ataque terrorista.
Y cuando el sistema se agrieta, entran nuevos protagonistas. Los anónimos. Las personas corrientes. Apenas unos “desgraciados” con todo esto que se les vino encima. Como Mónica Hernández, profesora de Historia, madre de Camila, militante de los “nuevos comunistas” (y del mellizo de Camila, Hugo, que sería, al revés que su hermana, fanático miembro del MSCY), que al principio de estos nuevos tiempos quedó desconcertada. Sólo al principio. Porque, enterada del informe médico secreto, se hizo la gran y cotidiana y pequeña e inocente y como casual pregunta: “¿qué vamos a hacer con todo esto?”. Lo primero, con su vecino Domingo, con la nieta de su vecino Laura y su marido Enrique, con Queti y sus setenta años, con Juanito, con la hondureña Yénifer y con Elisa, con Jonás y con la argentina Paula Tascón, decidieron que necesitaban organizarse. Y denunciar todas las mentiras. Es que “donde no existe la verdad, no puede existir la libertad”. Después se sumarían más y más, entre ellos, Julia, Max, Rodrigo, José Luis. Hasta que, con intrincadas e inesperadas alianzas, forzar una Transición que empezara a dejar atrás el MSCY.
Sí, gracias a apenas un puñado de “desgraciados”