
A partir de
Filoctetes (el Ulises de Sófocles)
Es Ulises “el hábil manipulador”.
Es “el más pernicioso e hijo de perniciosos”.
Es el “`pérfido espíritu” que al noble Neoptólemo hijo de Aquiles se “había cuidado de enseñarle bien que fuera hábil en ruindades”.
Es el que ultraja “habiendo ofendido con tamañas vejaciones”, a Neoptólemo al haberse quedado Ulises con la armadura de Aquiles tras su muerte en vez de entregársela al hijo del héroe; a Filoctetes habiéndolo abandonado en la isla de Lemnos para librarse de sus calamidades herido enfermo y pestilente como estaba.
Pero ahora, con Troya llamada a ser derrotada pero aún en pie, el adivino Héleno dice a los griegos que sólo la fuerza unida de los dos ultrajados, Neoptólemo y Filoctetes con su arco de Heracles y sus “flechas inesquivables que producen la muerte”, podrá traer la victoria a los griegos con la caída de Troya.
Filoctetes se negará lo saben, por eso lleva consigo a Lemnos a Neoptólemo para que con ardides lo lleve a Troya con su arco.
Es Ulises el jefe.
Es Ulises el guerrero.
Es Ulises el soberano.
Es Ulises el hombre a cargo de obtener lo necesario para la victoria griega, sin miramientos.
Neoptólemo lo cuestiona: “¿no consideras entonces deshonor el argumentar con mentiras?”
Y Ulises no duda: “No, si la mentira trae consigo toda una salvación”.
No es el Ulises de la venganza justa de Homero. No es el Ulises de la imposibilidad, alma pasajera, de Platón. No es el del atrevido desafío a los dioses de Dante. No es el de la paradoja entre la idea y la acción de Borges. Es el Ulises jefe dispuesto a todo por alcanzar la victoria.