
La manzana, Dios, la medida del desafío
La manzana. El fruto prohibido sí, acaso un higo. Quedémonos con la manzana, arraigada en nuestra imaginación, recorrida en la literatura.
Es el fruto prohibido, sí. El que tiene en sus semillas la desobediencia, la rivalidad, la libertad, el sexo, el goce, el cuestionamiento. Es entonces: el inicio de la caída, el dolor, el sufrimiento, el castigo merecido por desobedecer el mandato, del Génesis. La rivalidad de las diosas entre sí y con las mujeres, trayendo con ello la desgracia, de Loreto Minutilli. El ejercicio de la libertad y el inicio del sexo, y con ello, de la historia, de Gioconda Belli. El goce del cuerpo de las mujeres, de Dante Gabriel Rossetti. El cuestionamiento de los mandatos, de Dana Hart.
Es también la relación de los seres humanos con los dioses. Ser como Dios. Dejar de ser como Dios. Buscar la complicidad de los dioses. Esconderse de los dioses. Cuestionar a Dios.
Ser como Dios. El fruto del Génesis, 2
Fueron dos árboles. “Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal”. El segundo podría traer la muerte. “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”.
¿Era su fruto el que traería la muerte? La serpiente lo aclara: “—No es cierto. No morirán. Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman del fruto de ese árbol podrán saber lo que es bueno y lo que es malo, y que entonces serán como Dios”.
¿Era querer ser como Dios lo que traería la muerte? Ahora es el mismo Dios el que lo aclara: “¿Acaso has comido del fruto del árbol del que te dije que no comieras?”. Desobedecer el mandato traería la muerte.
(Aunque el mandato pretendía sí impedir ser como Dios: “Dios el Señor hizo ropa de pieles de animales para que el hombre y su mujer se vistieran, y dijo: «Ahora el hombre se ha vuelto como uno de nosotros, pues sabe lo que es bueno y lo que es malo. No vaya a tomar también del fruto del árbol de la vida, y lo coma y viva para siempre.» Por eso Dios el Señor sacó al hombre del jardín de Edén, y lo puso a trabajar la tierra de la cual había sido formado. Después de haber sacado al hombre, puso al oriente del jardín unos seres alados y una espada ardiendo que daba vueltas hacia todos lados, para evitar que nadie llegara al árbol de la vida”).
Dejar de ser como Dios. El fruto de Gioconda Belli
Se topan Adán y Eva explorando ese mundo desconocido con dos árboles imponentes. El Árbol de la Vida. El árbol del Conocimiento. “Cuanto era claro en el primero, era oscuro en el segundo”. En el Arbol del Conocimiento, era “púrpura el anverso de las hojas, verde el reverso, los frutos, higos oscuros. Lo envolvía un aire denso y una luz opaca y sin brillo”.
Eva se acerca al Árbol del Conocimiento. Adán la escucha hablar con una criatura. Eva le pregunta, “¿qué hay más allá de este Jardín? ¿Para qué estamos aquí?”. Y la criatura: “Solo Elokim lo sabe. Si cedieras al deseo de comer de las frutas de este árbol, tú también lo sabrías. Serías como él. Entenderías el porqué de las cosas. Por eso estoy yo aquí, al pie del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, para prevenirte, porque si comes perderás la inocencia y morirás”. Y agrega: “El prefiere que ustedes sean tranquilos y pasivos, como el gato y el perro. El saber causa inquietud, inconformidad. Uno cesa de aceptar las cosas como son y trata de cambiarlas”. Y concluyó: “Adán y tú, a diferencia de todas las criaturas del Universo, poseen la libertad de decidir lo que quieren. Son libres de comer o no comer de este árbol. Elokim sabe que la Historia solo comenzará cuando usen esa libertad, pero ya ves, tiene miedo de que la usen, teme que se creación termine pareciéndosele demasiado”.
Adan temía. Eva no. Adán temía que Eva aceptara el desafío de la serpiente de “desobedecer el mandato”.
¿Cuál? No probar el fruto prohibido, el higo. No porque se parecerían a él, ya se parecían, en una vida inalterable, eterna, inocente. Al contrario, dejarían de parecerse a él, conocerían la muerte, conocerían el sexo, ejercerían su libertad, iniciando la Historia.
La complicidad de los dioses. La manzana de Dante Gabriel Rosetti
Es la Helena que no es víctima del deseo de un hombre que la rapta, sino la mujer que desea y reclama satisfacer su deseo, Troya incendiada es otra historia.
Es Helena, con su sensualidad, rogando a Venus, la que reclama que Paris se enamore de ella, la desee. “¿A quién le doy mi pecho? (O Troy’s down,Tall Troy’s on fire!). Cada pecho gemelo es un dulce de manzana. (O Troy Town!)”
Y entonces, “Venus miró el regalo de Helena, (O Troy Town!) Miró y sonrió con sutileza, Vio la obra del deseo de su corazón: – Tú, que estás arrodillada ahí, haz que el Amor te levante! (O Troy’s down,Tall Troy’s on fire!)”.
Esconderse de los dioses. La manzana de Loreta Minutilli
Sueña la Helena adolescente: “Afrodita, desnuda y luminosa, me había vendido a un pastorcillo, con las sandalias sucias de estiércol de cabra, a cambio de una manzana”. Su esclava Antea le advierte: “¡Qué desgracia, señora! Si una diosa ha puesto sus ojos en su destino, tenga por seguro que no la dejará ir, pase lo que pase”.
Recuerda la Helena joven de vuelta a su patria: “En mi recurrente sueño, el rostro del pastor se trocó en el de Agamenon. Le daba la manzana a Clitemnestra y mi madre y yo estábamos ahí, mirando. Sabía que era una trampa, que Clitemnestra no debería haberla aceptado, era demasiado rotunda y perfecta, roja y resplandeciente. Y, sin embargo, en el fondo estaba trastornada, la habría querido yo, esa manzana, habría sido lo justo, dársela a la más bella”.
Cuestionar a Dios. La manzana de Belén de Sárraga de Dana Hart lanzada a sus aventuras feministas
Belén, “trataba de contrastar la moral religiosa con nuestra moral, la verdadera, la que va forjándose al son de la lucha y la experiencia. Usé metáforas como la idea de la manzana, que puede ser mordida para el mal según la Iglesia, para demostrar que en realidad la manzana representa otras cosas, lo que nos privaron, aquello que nos dijeron que no nos pertenece. ¿De quién es la manzana si no? ¿Por qué tenemos que someternos a las arbitrariedades de aquel que dice que no la comamos? ¿Quién es el propietario del árbol para decidir? El gran Dios. El gran patrón. El gran marido. El gran dueño. El más importante terrateniente, una mezcla de estanciero y propietario capitalista, a su vez un mercader, que es dueño desde la semilla y la tierra, hasta de la línea de producción. El Dios apropiador de mercancías. Adán la víctima”. Más tarde, en una carta a Simon Radowitzki le escribía: ‘¿Qué se siente poder realizar los objetivos? Llevo años intentando con los míos y solo logro resolverlos apenas parcialmente, igual que una manzana tan alta que se deja apenas tocar con la yema de los dedos, pero nunca morder para satisfacer el hambre’.”
Dios, la prueba incesante. (Comer o no comer de la manzana, del fruto prohibido). La medida del desafío de los seres humanos.
Interesante y profunda entrada…gracias!!!!
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